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jueves, 22 de enero de 2009

A PAPA NOEL O AL NIÑO DIOS

Cuando los de mi generación eramos pequeños (no hace mucho!) pedíamos los regalos de navidad al Niño Dios en una carta hecha en papel de cuaderno cuadriculado, del propio puño y letra ( aún los niños muy chicos debían garabatear algo en el papel), a lápiz o bolígrafo kilométrico, sin más perendengues; y ni siquiera había que ponerla al correo de Adpostal en sobre blanco con bordes azules y rojos como los colores de las barberías de antaño. A no ser que los críos fueran muy despiertos y lograran hurtarlas debajo de las almohadas antes de que el papá o la mamá las " hiciera llegar " directamente al Niño Dios. A cierta edad esta facultad de los padres no se ponía en duda.
Fuese donde fuese que se dejaran las misivas era un acto simple. El número de obsequios recibidos y la calidad de los mismos dependía del estrato social al que perteneciera la carta. Esta es una actitud discriminatoria del Niño Dios ( o de los padres ? o de la sociedad ?) que no tiene justificación ya que todos los niños se suponen iguales ante sus ojos. Así, podían llegar todas las cosas solicitadas, o algunas, o alguna. En el peor de los casos, si el pago de la prima de final de año se demoraba más allá de navidad, se embolataba como solía embolatarse por cuenta de algunos empleadores que " se hacían los de la vista gorda", el juguete pedido era reemplazado por algún cachivache comprado en " todo a 500", o fiado muchas veces en la tienda o la miscelánea del barrio. O simplemente " al no haber con qué..." los padres se las ingeniaban para armar " tremendas películas " de los percances acaecidos al Niño Dios por cuenta del invierno, de los terremotos, del fenómeno climático del niño ( del otro) o de la niña, de la violencia en Colombia, del paro de maestros, de la acción de la Dian, o cualquier otra historia que los distrajera siquiera hasta febrero del año siguiente, cuando por cansancio o desesperanza aprendida se resignaran a incluir sus peticiones para el periodo navideño siguiente. Mientras tanto los desempolvados juguetes del año anterior eran sometidos a retoque y se hacían pasar por nuevos, claro a los más incautos que eran generalmente los chiquitines. Muchos se contentaban con cualquier cosa que ante sus inocentes ojos pasaba como espléndida " pues venía del Niño Dios...y por portarse bien! " ( asunto que les daba tranquilidad de conciencia).
Los carritos halados por " pitas", los muñecos y muñecas de toda laya: " Ricardito", " el que hace pipí ", la que dice mamá; los carros de bomberos, los trenes eléctricos, las ambulancias y los carros de policía, de cuerda o de control remoto; los " caminadores " de bebé, las baterías de cocina, las escobas y planchas de juguete, el estuche de belleza, etc. (que de paso perpetuaban los roles masculino y femenino y que de alguna manera se prolonga hasta nuestros días), pululaban por todas partes el 25 de Diciembre, mientras los adultos dormían "a moco tendido " la borrachera de la noche anterior, o por lo menos se recuperaban del trasnocho, los más juiciosos.
Ahora las cosas son bien distintas, lo out (que bella palabra inglesa que parece no tener sustituto en el idioma español, como ocurre con otras tantas en nuestra jerga actual), es comunicarse directamente con el Niño Dios o con papá Noel a través del celular que los infantes ya poseen desde los dos años de edad o antes, unos de "mentiras" y otros de "verdad" (no sé para qué un niño de esa edad tiene celular, quizás para recibir más pronto las ondas de radio frecuencia en su organismo). Algunos más afortunados descargan de la red del operador de telefonía móvil o de internet videos que les muestran en persona al propio papá Noel jovial y vivaracho (muy pocos-?- "bajan" a sus dispositivos electrónicos al Niño Dios que no es nada comercial y fotogénico; ni siquiera en ring tone como canción de cuna ), invitándolos a comprar y consumir los productos tan anhelados en navidad por los pequeñines. Así se les despierta pronto el deseo por el dinero con el cual adquirir todos los bienes soñados y que en el pasado nos salían gratis sin que circulara el vil dinero; son involucrados más rápidamente en el mundo consumista y mercantilista moderno, de modo que parezca sano e inocente.
Desde luego la presión a los padres ahora es mayor no sólo por atracción al gasto promovida por el comercio sino porque los niños se enteran mucho más pronto de la verdad tan celosamente guardada: "que los que compran los regalos de navidad son papá y mamá", y por eso les parece que no es sino pedir y pedir.....
En el pasado podíamos distraerlos con relativa facilidad acudiendo a mil excusas imaginarias y fantasiosas sobre la travesía de los personajes navideños, ¿ pero que niña o niño de nuestro mundo tecnológico actual va a creer ahora que papá Noel tenga dificultades con el transporte del trineo ( o el Niño Dios con el burro), no tenga dinero para pagar los peajes, o que al virtual se le caiga la red ? Ninguno !
Un grupo de niños más avezado ( y son cada vez más), chatean directamente con papá Noel y negocian personalmente en " mercado libre " sus solicitudes sin necesidad de sus padres y con las claves de las tarjetas débito o crédito de éstos (cámbienlas frecuentemente !!), que ni cuenta se dan. Y de los pequeños que ya manejan su propio dinero a esta edad, ni se diga.

A dónde iremos a parar !


" Nunca dejamos de ser niños aunque nos disfrecemos de cosas serias "

Escrito por JORGE DUQUE










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