PIENSO LUEGO ESCRIBIO II: ADIOS AL NIÑO DIOS

En nuestro mundo hoy convertido en una gran aldea globalizada que todo lo intercomunica y lo contagia (algunos dirían "lo coloniza"), y desde luego producto de las culturas más fuertes que se imponen tarde que temprano sobre las demás, no hay claridad ni límites entre "lo que es nuestro y lo que nos es ajeno". El Niño Jesús, llamado en forma común y cariñosa en nuestro medio como Niño Dios, no escapa a esta confusión de identidad.
Ha sido arrinconado, destronado y sustituido con ventaja por Santa Claus y Papá Noel (este último versión asimilada del primero) quienes se han convertido en los personajes universales de la navidad, en gran parte del mundo y sobre todo en Latinoamérica, gracias a la acción de los medios masivos de comunicación y su vocación mercantilista, al celuloide y a Cocacola que lo popularizó en todo el orbe. Lo mismo ha sucedido en distintas regiones con otros competidores en el noble y milenario oficio de convertir en realidad las ilusiones y sueños de los niños: el tío Nadal en España; Olentzero, con su cara sucia de carbón, en la región vasca; la buena bruja de Befana entre los italianos; El Cuarto Rey Mago en alemania; El Anciano de Navidad en la China; y aún los Reyes Magos que se han visto "a gatas" para subsistir.
Los nuevos líderes del mercado mundial de los regalos (por aquello de que disponen a quién le dan y a quién no), han entrado a los hogares casi que para quedarse y en un gran porcentaje de éstos los pequeños ya no recuerdan al Niño Jesús a la hora de hacer sus peticiones navideñas; en el pesebre, si es que se mantiene la tradición , es una figura secundaria frente a sus opositores extranjeros y sólo mora en su cuna el último día de la novena.
El árbol de navidad que según opinión de la mayoría de autores conocedores de la biblia no pertenece a la tradición religiosa antigua, fue haciéndose igualmente su lugar al lado del "panzón barbas blancas". La versión moderna está más cerca de las culturas norteamericana, anglosajona y de algunos países del norte de Europa, de donde fue exportado a nuestras latitudes. El esplendor de los decorados y luminosos árboles de navidad y el atuendo colorido y llamativo de Papá Noel ( alegre y bonachón ) han terminado por opacar la estampa del Niño Dios, humilde y sencilla (de hecho su "rating" actual entre los mortales es cada vez más bajo!)
Como dijo alguien en algún lugar que leí: " qué tiene que ver el viejo barrigudo de tontas carcajadas, vestido de rojo y blanco con el nacimiento del Niño Dios de Belén", acontecimiento que en últimas es lo que debe interesarnos a los creyentes antes que los obsequios del más emocionante, hermoso y esperado de todos los meses del año ? Parece que definitivamente nada, así que hagámosle el " fo" y retornemos al precioso Niño que sin ser ostentoso y ruidoso es más efectivo.....si no que lo diga El Man, el nuevo superhéroe nuestro paladín de la justicia: " que le debe más de un favor, como todos nosotros....!