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martes, 29 de julio de 2008

ALLPA MAMA

Nombre con el que designan a la Mama Sagrada los indígenas del Ecuador. Chagra para los U´was de Colombia, Gea o Gaia para los griegos, Mama Grande, Tierra Madre, para muchas otras comunidades indígenas ancestrales: nominaciones que denotan el significado especial que tiene la tierra que habitamos para estas agrupaciones humanas despreciadas y olvidadas en toda América Latina y en el mundo entero. Pero que nos han dado a través de la historia una lección de vida y de ecología y de trato reverencial por el planeta que nos permitió habitarlo.
En su concepción de mundo todas ellas coinciden en remitirnos, hablando del sentido y valor de la tierra, a otras épocas “en las que el agua, la tierra y el hombre eran hermanos”, a pretéritos lugares “ en donde comulgábamos en completa armonía con nuestra Madre Tierra”. Equilibrio que fue roto en todas partes del orbe por los llamados pueblos “civilizados” que no sólo arrasaron y avasallaron las culturas indígenas, sino que violaron la naturaleza sometiéndola y explotándola inmisericordemente, lo que continúa hoy en día hasta límites ya casi insoportables para la permanencia del género humano sobre la faz de la tierra; desconociendo la unión indisoluble que existe en todos los elementos de la naturaleza.
Para ilustrar el bello y profundo significado de la tierra y de la naturaleza para nuestros antepasados nativos me remitiré a algunos pasajes de la respuesta del jefe Seatle, de la comunidad de los Piel Rojas, al presidente de los Estados Unidos en 1854, cuando éste ofreció comprarles sus tierras: “¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra?, esta idea nos parece extraña. Si no somos dueños de la frescura del aire y del brillo del agua, ¿como es posible comprarlos?.
Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo la historia del hombre piel roja.
El aire es de mucho valor para el hombre piel roja, pues todas las cosas comparten el mismo aire -el animal, el árbol, el hombre - todos comparten el mismo soplo. Parece que el hombre blanco no siente el aire que respira.
Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás se olvidan de esta bella tierra, pues ella es la madre del hombre piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, el gran águila, son nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del cuerpo del potro y el hombre - todos pertenecen a la misma familia.
Esta tierra es sagrada para nosotros.
Esta agua brillante que escurre por los riachuelos y corre por los ríos no es apenas agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos la tierra, ustedes deberán recordar que ella es sagrada, y deben enseñar a sus niños que ella es sagrada y que cada reflejo sobre las aguas limpias de los lagos hablan de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo de los ríos es la voz de mis antepasados.
Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed. Los ríos cargan nuestras canoas y alimentan a nuestros niños. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos, y los suyos también. Por lo tanto, vosotros deberéis dar a los ríos la bondad que le dedicarían a cualquier hermano.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras costumbres. Una porción de tierra, para él tiene el mismo significado que cualquier otra, pues es un forastero que llega en la noche y extrae de la tierra aquello que necesita.
La tierra no es su hermana sino su enemiga, y cuando ya la conquistó, prosigue su camino. Deja atrás las tumbas de sus antepasados y no se preocupa. Roba de la tierra aquello que sería de sus hijos y no le importa.
La sepultura de su padre y los derechos de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, a la tierra, a su hermano y al cielo como cosas que puedan ser compradas, saqueadas, vendidas como carneros o adornos coloridos. Su apetito devorara la tierra, dejando atrás solamente un desierto….”
Ahora que se aproxima el día de la tierra y que las noticias del mundo de la ciencia nos alertan sobre el calentamiento global y el daño generalizado a los recursos naturales, nos corresponde como habitantes del planeta ( del único que tenemos, no hay posibilidad cercana de otro), como ciudadanos y como comunidad académica y científica, no sólo hacer mayor conciencia y promocionarla, con un cambio de actitud radical, sino implementar medidas para frenar el ímpetu del deterioro ambiental. Medidas pequeñas y grandes, aún cotidianas tales como ahorrar energía eléctrica y disminuir toda forma de combustión que emita gases contaminantes; evitar el uso innecesario de papel ( aquí cabría bien la propuesta de sustituir los trabajos escritos pedidos a los estudiantes por productos en medio magnético y virtuales, en la universidad) y fomentar el reciclaje; hacer uso altamente racional del agua; evitar el uso excesivo de los electrodomésticos; resistir la tentación de la sociedad de consumo por productos “ basura”; preferir las tecnologías “ cero emisión” a las contaminantes.
La universidad está llamada a cumplir un papel protagónico en esta materia: puede y debe generar espacios de reflexión y búsqueda de alternativas de tratamiento del tema; incorporar en sus currículos asignaturas de orden ecológico e impulsar líneas de investigación acordes con esta problemática que terminen por ejemplo en la creación de tecnologías limpias para uso casero e industrial.
Cierro esta referencia a la celebración del día de nuestra Madre Tierra con una anotación sobre el propósito existencial de la raza humana en la voz de la Organización Nacional Indígena de Colombia:
“ ….cada hija y cada hijo de nuestros pueblos ha venido para amar la tierra, para protegerla y para hacerla respetar. Lo que ocurra con la tierra, recaerá sobre los hijos de la tierra. Hay una unión en todo”

Jorge Duque

1 comentario:

Mastropiera dijo...

muy interesante el post. con su permiso lo quiero compartir en mi blog: mastropieracatarsiss.blogspot.com

Saludos!
In lake'ch!
("yo soy otro tu" -saludo maya-)

una sugerencia: podría poner un interlineado mas amplio para que sea mas fácil la lectura.